viernes, 13 de mayo de 2011

El talento para quien se lo trabaja - Parte II

Este es un texto de Rafael Porlán, coordinador de la campaña de difusión del Manifiesto Pedagógico No es Verdad, publicado en la revista Cuadernos de pedagogia nº 399.

"Hace poco decía en una entrevista que aprender mecánicamente la tabla de multiplicar tenía poco sentido existiendo las calculadoras. La entrevista fue colgada en la web “Menéame” y provocó más de 500 comentarios. Un número significativo de ellos justificaban el aprendizaje tradicional de las tablas en la necesidad de cultivar el esfuerzo.

No es una cuestión aislada. Con bastante frecuencia, para justificar contenidos y métodos de enseñanza inadecuados, se afirma que es necesario desarrollar en el alumnado “la cultura del esfuerzo”. Pero, ¿de qué esfuerzo estamos hablando?


He imaginado a adultos como tú y yo, lector, memorizando –con tremendo esfuerzo, claro– 100 números de teléfonos sin saber a quién corresponden ni para qué los necesitamos. Me he esforzado un poco más y los he imaginado memorizando 100 símbolos chinos, sin saber qué significan y para qué los necesito.

¡Qué barbaridad! Algo parecido hacen los estudiantes cuando recitan de corrido las 100 operaciones de las tablas, sin aplicarlas a situaciones reales.

Sin embargo, he observado a niños y niñas mirando, manipulando y discutiendo en torno a un hormiguero durante mucho tiempo. Agachados, incómodos, esforzados. He visto a una pandilla construir durante horas una caseta para un perro abandonado. Persistentes, constantes, sin desánimo. He contemplado la elaboración espontánea de un periódico en varias tardes por un grupo de chavales, y todo ello sin que la escuela haya intervenido. He participado en clases de colegas enganchadas a un proyecto colectivo: investigando, debatiendo, produciendo… He vivido en mis clases el momento en que suena el timbre de las 21 h y he compartido el disgusto de mis estudiantes al tener que abandonar la tarea que nos tenía esforzadamente concentrados.
¿De qué esfuerzo estamos hablando?, ¿del esfuerzo de hacer una tarea impuesta que no tiene sentido y que provoca el sometimiento del que la hace?, ¿o del esfuerzo asociado a cubrir necesidades, desarrollar intereses, abordar curiosidades y resolver problemas?
¿Qué sentido pedagógico tiene el esfuerzo sin sentido?"

Fuente: RED Ires

Entrevista a José Antonio Marina , La Vanguardia :
El talento es el conocimiento al servicio de una vida lograda.
La alegría de educar
"Llevo muchos años siguiendo y admirando a este filósofo que tiene la virtud de hacer fácil lo difícil, y su mayor herramienta, además del rigor y la curiosidad bien nutrida, es su sentido común. Consciente de que para educar a un niño hace falta la tribu entera, Marina se ha embarcado en un proyecto apasionante: la Universidad de Padres, una puesta en común y un curso de once meses por internet, un acompañamiento a los padres de un grupo interdisciplinar de pedagogos y psicólogos, y una colección de libros para padres y docentes, manuales de navegación prácticos y optimistas: ¿(...) educar debe ser una actividad alegre¿. El primero de ellos es La educación del talento (Ariel).
Qué es el talento?
El talento es la inteligencia triunfante.
¿Hay inteligencias que fracasan?
Bobby Fischer, talentoso en el ajedrez, fracasaba en cuanto se separaba medio metro de un tablero.
Hay múltiples talentos...
Sí, pero hay un tipo de inteligencia situada en un nivel superior: la  inteligencia práctica, la guía de nuestra vida.
Entiendo.
La inteligencia triunfante consiste en que una persona tenga ideas  adecuadas al momento, soluciones a los problemas, una manera adecuada de comunicarse con los demás, que sepa utilizar sabiamente sus recursos, y que tenga buenos sentimientos.
Es mucho pedir.
No se trata de que los niños aprendan muchas cosas, sino de que con lo que han aprendido se les ocurran buenas cosas; no se trata de meterles ideas, sino de que seamos capaces de organizar su capacidad de producción de ocurrencias de modo que sean buenas.
¿Por ejemplo?
Ciertas creencias básicas que el niño aprende van a ser determinantes en su vida. Por ejemplo: hay niños que creen que la inteligencia es algo con lo que se nace; otros, que es algo que se adquiere, y eso produce formas muy diferentes de aprendizaje.
... Y de afrontar la vida.
Sí, será un pesimista o un optimista. El conocimiento tiene que estar al  servicio de la vida. No educamos para tener buenos resultados escolares, sino buenos resultados vitales fuera de la escuela.
... Lo olvidamos demasiado a menudo.
Deberíamos invertir menos tiempo en clasificar a los niños y ayudarles más a identificar y cultivar sus habilidades y sus dones naturales, porque el talento se educa.
¿Cómo?
Hay seis recursos fundamentales que deben fomentarse a través de todo el proceso educativo.
Uno
Una idea del mundo veraz, rica, amplia y llena de posibilidades.
Dos.
Un pensamiento fluido, riguroso, creativo, capaz de resolver problemas.
Tres.
Un tono vital activo, seguro de sí mismo, optimista y resistente.
Cuatro.
El aprendizaje de la libertad: entender la responsabilidad personal, construir la voluntad, formar la conciencia moral y entender las virtudes de la acción.
Cinco.
El aprendizaje del lenguaje es fundamental, no sólo para comunicarse con los demás, sino sobre todo para hablar con uno mismo. Los niños impulsivos no tienen una mediación lingüística entre el deseo y el acto, han de aprender a darse ordenes a sí mismos, porque si ese mecanismo no se forma, los niños no tienen control interno de sus actos.
Seis.
La sociabilidad. La educación del talento pasa por la educación intelectual, la educación afectiva y por desarrollar los sistemas de dirección de la propia conducta y dar criterios claros de lo bueno y lo malo."



http://2011.agoratalentia.es/

Algunas referencias bibliográficas:







En palabras de  Álvarez González (2001):

“Así, parece que los profesores tienden a dar una opinión negativa de aquellos alumnos que muestran rasgos específicos de sobre dotación, tales como resistencia a la autoridad, resistencia a la rutina y a la realización de actividades escolares que para ellos no son significativas, cuestionamiento de los valores tradicionales, alta creatividad, etc. Suele verlo como un alumno que se acostumbra a dar soluciones no previstas por él, como un sujeto problemático. En fin, muy alejado de las características de alumno ideal que el maestro tiene, ocurriendo que para que un alumno sea considerado por su profesor como superdotado y, por tanto, objeto de estudio, ha de estar realizando un rendimiento académico muy alto, o sea, llamar la atención de su profesor”.

Parece, pues , que nadie en su sano juicio se atrevería a negar la existencia de talentos y superdotados.
Ellos también enriquecen la diversidad de las aulas, no los excluyamos.































          
           


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